jueves, 21 de julio de 2016

Aburrida de esta falsa tolerancia


Estoy cansada. Cansada de esta guerra equivocada en la que vivimos, cansada de la intolerancia, la intransigencia y la falta de modales.

Aburrida de aquellos que únicamente saben mirar hacia un lado y de aquellos que viven dentro de un redil y no quieren darse cuenta. Porque rediles, señores, hay muchos y no todos están pintados de azul.

Me carga esta manera nuestra de atacarnos unos a los otros, de preocuparnos más por defender las ideas que unos pocos han conseguido meternos en la cabeza que de seguir adelante.

Entonces me acuerdo de Alepo, de Francia y de todo lo terrible que nos rodea. Me acuerdo de que hay gente capaz de darte una paliza por llevar una bandera de España en la muñeca o de apalearte por llevar rastas, pero por supuesto, nosotros nunca nos consideraremos bárbaros porque somos gente del siglo XXI.

 Me indigno con los insultos entre profesionales, porque no tenemos las mismas ideas o porque es lo que vende. Porque nos metemos en grupos, en sacos y nos encanta. Nos dividimos entre rojos y fachas, como si no nos costase a todos llegar a fin de mes. ¡Y qué buenos somos todos joder!

Me molesta esta falsa tolerancia en la que creemos vivir pero, ojo, no vayas a opinar diferente a mi, porque entonces, eres de los malos.

Y mañana seguirán las faltas de respeto, el careo y esta forma tan nuestra de continuar en una guerra en la que tanto interesa a unos pocos, que sí llegan a fin de mes, que estemos metidos.

sábado, 7 de mayo de 2016

El orgullo de perder la Liga

Ya no hay Liga. Otro sueño que pasa volando delante de nuestros ojos. Los mismos ojos que disfrutaron viendo como el Atleti pasaba por encima de toda estadística clasificándose para la final de la Champions hace unos días.

Esa falsa humildad de la que muchos nos acusan no es otra cosa que respeto. Respeto a un equipo que ha sido capaz de demostrar que puede, que nadie creyó en él pero él creyó en alguien. Ese alguien, como todos ustedes ya imaginan, no es otro que Diego Pablo Simeone. ¡Y qué carácter tiene este Cholo! Hoy enjaulado, observaba como su equipo se quedaba sin la Liga, pero él ve más allá. Ve más que tú y que yo. Es capaz de apreciar el progreso y de hacernos sentir campeones, aunque no lo seamos. 

Porque hoy nos quedamos sin la Liga, pero no hace tanto nos quedábamos sin la salvación, sin ascender a Primera, sin la Copa del Rey, sin la Champions. Y aquí seguimos, haciendo saber al resto del mundo que somos diferentes. Y aquel que no lo piense, aquel que crea que hemos fracasado, que se quite la camiseta y no la vuelva a vestir jamás. 

Por esta razón reivindico la obligación de sentirse orgulloso, incluso si ese día 28 que nos mantiene en duermevela, la cosa no sale como esperamos. Porque sólo hay que escucharles, ver como actúan, como miran... y mirarles, para saber que no importa lo alto que estemos en la tabla si no la pelea que se vive abajo, en el campo, en las gradas. 

Y para algunos, hoy fuimos ese ridículo término paleto de "pateti", pero nosotros sabemos que no, que esto es fuerte, que le tenemos a él y que elegimos unos colores que nos obligan a no rendirse, a no despreciar a los nuestros y a entender que no siempre ganar un trofeo es la mayor de las victorias.  

Porque no tenemos otra opción que estar orgullosos de ellos, para poder estarlo de nosotros. 

domingo, 3 de abril de 2016

Carta al amor de mi vida

Nos conocimos hace muchos años. Yo llevaba una camiseta de esas que casi llegan por los pies y tú ibas precioso, como siempre, con esos colores que tan bien te quedan. Nos presentó mi padre, pero de eso yo no me acuerdo. Algunos dicen que nací contigo ya dentro, quién sabe.

El caso es que nuestro amor ha ido cambiando, como toda relación, evolucionando. Me encantaba estar contigo, en mi casa, en un bar o en ese sitio que tanto nos gusta. Ese lugar en el que tantas veces he gritado tu nombre, he aplaudido tus éxitos y he permanecido contigo, pese a tus errores.

Me has hecho cantar, llorar, enfadarme y ser la persona más feliz del mundo a tu lado. Soy consciente de la suerte que tengo. Que mi amor por ti no ha sido el más fácil, que te he tenido que defender en muchas ocasiones, cuando muchos creían que eras indefendible.

Te he visto en lo más alto, en lo más bajo, y para mi siempre lucías espléndido. 

Pero así, como tú, me gustan las cosas: complicadas y altaneras . Porque no te dejaría por nada, incluso cuando me oyes hablando de otros, reconociendo el buen hacer de los demás, sigo pensando en ti. Porque no me he equivocado, eligiéndote por encima de cualquier otro, porque nadie se mueve como tú, remueve como tú, ni conmueve como tú sabes hacer.

Y a ti, que me lees y estás enamorado del mismo que yo, te digo que no le dejes escapar, que esto es verdadero y no importa lo que otros piensen.

Y a ti, el amor de mi vida, te lo repito una vez más. Me gustas así, con tus errores, con tus subidas y bajadas. No cambies, porque lo que hay entre nosotros no lo pueden entender.


 TE QUIERO ATLETI.


viernes, 12 de febrero de 2016

De la izquierda y la derecha



No tengo que convencerte, tampoco lo pretendo.

Cuando era joven, más aún quiero decir, mis ideas iban encaminadas siempre hacia la misma dirección. Luego, empecé a estudiar periodismo.

Me di cuenta de que los malos no son siempre los mismos, que los medios de comunicación cuentan historias, historias reales, pero que no siempre son el fiel reflejo de lo que está pasando. Me di cuenta que los buenos no son siempre tan buenos, que a veces, bajo la ingenua mirada del pueblo, son capaces de disfrazarse y el ciudadano sigue meneándole la banderita.

No tengo que justificarme, ante aquellos que me tildan de derechista o ante aquellos que piensan que soy de izquierda radical.

Sigo opinando que el político roba, porque puede. Que el ciudadano defrauda en la medida de lo posible, que engaña a escala menor, a la escala que se le permite. No por ello podemos juzgarle en todos y cada uno de sus actos, sería injusto.

Por ello defiendo la amplitud de ideas. En un país podrido por la corrupción, en la que cada uno de los partidos (y no se engañen con esto) tiene algo que esconder, hay que seguir luchando.

He crecido en un barrio obrero, he estudiado en universidad privada y he fregado platos en un restaurante. No llego a los veinticinco y tengo tanto que aprender que me estresa. Pero he convivido con gente de todo tipo, ricos, pobres, españoles, extranjeros...y he sido extranjera en otro país. Quizá por ello me moleste la ceguera de aquellos que no son capaces de ver más allá, que se aferran a una ideología sin darse cuenta de que la política está movida, como casi todo en la vida, por unos intereses. Los lobos con piel de cordero campan delante nuestro y a nosotros lo único que se nos ocurre es acariciarles el lomo.


¡Que suerte tenemos de ser libres! De no tener más que hacer un click para leer ideas, ver la noticia desde diferentes puntos de vista o investigarla personalmente si es preciso. Llámame lo que quieras, pero primero quítate las anteojeras y mira a tu alrededor, de izquierda a derecha. Juzga a quien te gobierna y al que no lo hace, al que no comparte tus ideas pero sobre todo al que sí, porque es precisamente allí donde más necesitas encontrar el engaño, para que no llegue el día en el que te des cuenta de que fuiste parte de él.


NO SOY PORTAVOZ DE NADIE, NO DEFIENDO PARTIDOS, DEFIENDO IDEAS, LAS MÍAS CONCRETAMENTE.


lunes, 6 de julio de 2015

Los colores, los únicos que permanecen.

¿Por qué somos del Atleti? Ni voy a responder a la pregunta dichosa, ni sabría hacerlo. Cada latido de ese estadio explica mejor que nadie lo que sentimos. Un equipo que ha sido ninguneado, arrastrado por el suelo, arrancado de su historia. Unos seguidores a los que nadie comprende.

Los equipos millonarios nos califican como segundones, los pequeños como adinerados sin suerte. Lo cierto es que nadie debería vivir de su historia, lo cierto es que no necesitamos hacerlo.

Hace unos años llego al Calderón un hombre al que todo rojiblanco miraba con una mezcla de admiración y desasosiego. Era uno de los nuestros pero ¿Qué iba a poder hacer con un equipo que rozaba los puestos de descenso? A estas alturas señores, no necesito contaros de milagros ni de sacrificio, ni de todo lo que Simeone consiguió cambiar en las mentes de los jugadores.

El “entrenador de mentes” lo llamaba la prensa inglesa, y yo, orgullosa de mi equipo, leía y leía como fuera de nuestro país se empezada a apreciar el esfuerzo. Pero esto va, aún, más allá.
Va de una afición que siempre defendió lo suyo, incluso cuando no existían los motivos. Los jugadores van y vienen, unos los llaman mercenarios otros prefieren recordarlos como los grandes jugadores que un día lucharon por la camiseta, pero aquí quedamos los mismos. Tú, tu abuelo y tu padre que te inculcó unos colores desde antes de que siquiera pudieses andar. 

Por esto, tú que viviste cada partido en segunda como si fuese la final de la Champions y la final de la Champions como si fuese el día de tu boda, eres el que importa. Porque al final los títulos nos gustan a todos, pero no me digas que aquel día en el que cumpliendo cien años todos paseamos bajo una bandera kilométrica no sentiste casi lo mismo. Si no fuese por el sentimiento, el fútbol no sería nada más que diez tíos corriendo tras una pelota, y ni para ti ni para mi es sólo eso.


Quiere a los jugadores, pero aprende a entenderlos, busca títulos, pero aprende a perderlos y quiere a tu equipo, aquel que te tiñó el corazón de dos colores imborrables, porque eso es lo único que permanece.

martes, 16 de junio de 2015

La guerra inventada

Hace unos días, dando un paseo de esos frecuentes que hacemos las personas de hoy en día por las redes sociales, me encontré con un hecho que me removió un poco más por dentro. No podría decir que me sorprendió, porque qué nos puede sorprender a estas alturas, pero si me removió.

Un tuitero maldecía la actitud de un conocido periodista que supuestamente había publicado un mensaje diciendo algo así como que la gente de clase baja no debería tener derecho a voto. Yo, que confío menos en las redes sociales que en la clase política, decidí investigar para confirmar lo que efectivamente sospechaba: El mensaje había sido publicado desde una cuenta que parodiaba al periodista. Mi ardua investigación me llevó, más o menos, unos quince segundos, tiempo que seguramente estuviese por debajo de lo que invirtió el tuitero en escribir sus 120 caracteres de “denuncia social”. Al contestarle fue tachada de fascista ¡Fascista yo! ¡Ay, si Mussolini levantara la cabeza!

En fin. Después de esta semana en la que seguimos empeñados en luchar unos con otros, defendiendo a los partidos que creemos que  nos defienden y fustigar sin mayor reflexión a los partidos contrarios, me gustaría reclamar un poco de cordura.

No seré yo la que diga que  entrometerse en política es algo malo, por el contrario me parece que de una vez por todas el país se mueve aunque sea en torbellino. Lo que yo detesto es el borreguismo, el no darse cuenta de que entre el blanco y el negro existe siempre el gris.

Esa cabeza política que todos creemos poseer, esa verdad absoluta de unos ideales que ondeamos con una bandera u otra, deben pasar por el filtro de la razón.

En un país en el que cada uno roba lo que puede, a mayor o menor escala, exprime lo que puede y sobrevive como le dejan, debemos esforzarnos en formar nuestras propias opiniones. Porque señores, lo crean o no, su opinión cuenta. Hagámosla válida con un poquito de criterio propio, porque dentro del redil de una ideología cerrada no hay sitio para opiniones individuales sino las que nos vienen ya dadas con antelación.

Y termino, sin parafrasear a ningún maestro de la retórica, sino a una mente brillante y anónima que dijo que “la política es el arte de obtener dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros”.


Huyamos de esta guerra en la que creemos estar inmersos y en la que en realidad no somos más que marionetas de aquellos que cada noche se van a dormir sabiendo que sus bolsillos se llenan a medida que nuestras cabezas se vacían.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Carta abierta a Fernando Torres

Hoy que vuelves, Fernando, sólo quiero recordarte que para nosotros nunca te fuiste. Que sí, que sí...que jugaste de rojo, de azul e incluso en un equipo italiano, pero tú siempre fuiste de los nuestros. Nunca dudaste en atarte una bandera de tu Atleti, para que nadie dudase a quien pertenecía tu corazón.

A muchos les jodía, y perdonen por la expresión, que fueses tú el que hizo campeón a nuestra selección aquella vez ¡Qué bonito fue Fernando! No obstante te siguieron criticando, la razón es simple: Nunca te dejaste desteñir con otros colores. Rechazaste incluso el más mínimo rumor cuando algunos, aunque nunca lo admitirían, querían verte de blanco.

No obstante tengo que decirle, Fernando, que aquí te estábamos esperando, que nos faltan tus palabras de cariño hacia el club de tu vida y que siempre estuvimos ahí, nunca en la sombra. Que todos nosotros te sentimos casi como un hijo o un hermano, de esos que siempre defiendes incondicionalmente pase lo que pase.

Que las cosas aquí han cambiado, de repente somos un equipo de élite, pero yo te digo, Fernando, que somos los de siempre.  Que si ganamos animamos, si perdemos rugimos. Tú bien conoces a quien tenemos al mando, tú bien sabes quién es el salvador de este equipo...y yo no sé cómo lo ha hecho Fernando, pero ahora somos campeones.

¿Sabes? En el fondo todos sabíamos que volverías, incluso tú. Porque, amigo, a veces el dinero no lo es todo, porque el mejor combustible para un jugador siempre es sentirse querido, y ¿Dónde te van a querer más que en tu casa?


Ahora que has vuelto a la familia sólo me queda desearte suerte, desata todo el fútbol que llevas dentro y demuestra a todos lo que nosotros ya sabemos. Porque eres grande Fernando, y siempre serás nuestro Niño.